viernes, 16 de diciembre de 2011

No hay peor ciego que el que no quiere ver.


La mayoría de los humanos nos enfocamos en los detalles de los problemas, nos enfrascamos en la situación y lo desagradable que puede ser, pero ¿se nos ha ocurrido pensar en una solución? No, porque es mejor dar lastima y hacer de la vida todo un drama, es una típica costumbre de las personas, estamos tan preocupados por cosas que no valen la pena, que olvidamos que todavía hay sucesos positivos en nuestras vidas, nos quejamos de la soledad, cuando hay personas que matarían por estar a nuestro lado, nos quejamos del dinero, cuando hay personas que no pueden poseer una habitación, una cama, o un simple desayuno que nosotros desaprovechamos, somos totalmente desagradecidos y siempre nos vamos por el lado fácil. ¿Quién les dijo que el lado fácil es el mejor? "Lo bueno se hace esperar" repiten todos, pero ¿acaso lo aplican? La impaciencia de la humanidad por conseguir las cosas que desean se convierten en caprichos, que posteriormente se convierten en preocupaciones, lo que causa el hecho de que jamás obtendremos lo que queremos, porque lo estamos viendo desde un punto negativo, y sin ninguna pasión ni felicidad.

Pero al oír o leer esto, muchas personas dirían que es una mentira, que la vida es injusta y listo, que no hay otra explicación, que la vida es un completo desastre, que prefieren llorar encerrados porque saben que algún día morirán. Pero es todo lo contrario, el hecho de que el ciclo de la vida incluye la muerte debería ser una razón más para disfrutar nuestra estancia en el mundo, debemos sonreír para recibir sonrisas, debemos amar para recibir amor, debemos confiar para recibir confianza, y por encima de todo, debemos luchar por lo que deseamos para que eso se pueda cumplir, porque con la negatividad sólo llegaremos a un estado de depresión del cual nadie nos podrá sacar. Sólo debemos salir de esa burbuja andante en la que vivimos, ver la realidad de las cosas y admirar lo que poseemos, porque es un verdadero privilegio.

Algunas cosas tienen que ser creídas para ser vistas. Lo que importa no es el destino, sino el viaje.

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