viernes, 11 de noviembre de 2011

Tallando árboles de espera.

Una noche de murmullos silenciosos y de soledades aisladas, Lola se estremeció debajo de las sábanas, sola y pensativa, recitando la típica frase " ¿Cuánto más tendré que esperar? " La soledad la tenía hasta la coronilla, y el silencio que la perseguía sólo la estaba aterrando más aún, ella sabía qué era amar, quizás nunca había concebido el gran amor de pareja, pero ella amaba a la vida, a los padres que el cielo le había dado, a la suerte que poseía y más que todo a la esperanza que todavía la acompañaba, ella amaba correr debajo de la lluvia sonriente y alegre, le fascinaba ver una montaña y sentir el frío que la mantenía, se encantaba de tan sólo ver el océano y sentir el agua cristalina rozando sus pies y se sumergía en ella únicamente para percatar el salado sabor que ésta le regalaba, sentir en sus párpados el frío mientras el sol posaba sobre ella, la felicidad de la vida la había descubierto desde siempre, había aprendido a amar todo aquello que la rodeaba, la naturaleza, todo aquello que le había regalado la vida, porque siempre pensó que debía ser agradecida, que por una razón ella todavía tenía una familia que la amaba, y una vida que le restaba años por disfrutar, Lola sentía que era ilógico deprimirse a tan temprana edad, la "etapa" de la adolescencia sólo era una manera de excusarse todos los adolescentes para que sus padres los comprendieran, a pesar de que obviamente eso jamás sucedería, ella caía más al lado de la relajación y los sueños, deseaba crecer, mudarse a otro lugar tan lejano que no la conocieran, quería dejar su pasado atrás no para despejarse de él, sino para conocer nuevos horizontes, para saber un poco más de aquello que ya suponía, quería tener una carrera y luchar como lucharon sus padres para mantenerla a ella en las mejores condiciones, quería dar el ejemplo, quería ser una entre cien, sólo quería sonreír, regalar más sonrisas y ocasionar sonrisas. Pero esto no significa que Lola sea totalmente perfecta, como toda mujer y humana que es posee sentimientos, y el hecho de seguir sin una persona a su lado la empezaba a deprimir, estaba dando todo lo posible para ser una mejor persona y la vida le pagaba con la soledad, se había asegurado de no cometer pecados ni parecer aburrida jamás, pero nadie aparecía, no quiere decir que no sea atractiva a simple vista ni que nadie ha podido descubrir quien es realmente, lo que sucedía es que la mayoría de los "pretendientes", por así decirlo, que se le acercaban nunca tenían las mismas intenciones que ella, pero nunca fue tan inocente como para no darse cuenta, sabía distinguir perfectamente entre lo que la favorecía y lo que la perjudicaba, pero ¿dónde estaba él? El personaje que le hablaba y la enamoraba cada noche en sus sueños, ese hombre que la salvaba en sus pesadillas con un beso madrugador, esa persona que solamente existía en sus sueños y nada más, jamás apareció, jamás dió señales de vida, era sólo su imaginación que también se sentía sola, era sólo su cuerpo emitiendo ilusiones de un amor que no llegaba, entonces ¿Por qué perdía su tiempo esperando a un principe azul que jamás conocería? Pero su esperanza iba más allá, como de costumbre, y ella cada día sentada en un rincón se dedicaba a observar todo lo que la rodeaba, con el deseo de conocer algún día a ese ser que inesperadamente apareció en su vida, o más bien, en su imaginación, pasaban los días y nada sucedía, sólo le quedaba rendirse, pero ella no era de esas personas que se daban por vencidas tan fácilmente, ella seguiría esperando, bajo el mismo árbol, con la misma mirada, pensativa como siempre.

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